¡QUÉ MUERA UNO PARA SALVAR A TODOS! - SÁBADO DE CONCILIO 4-4-2020


¡QUÉ MUERA UNO PARA SALVAR A TODOS!
San Juan, 11, 45-57
SÁBADO DE CONCILIO – 4-04-2020



P. Ricardo J. Vielma M.

Y la hora de la muerte del Mesías está llegando. Los enemigos de Cristo no soportan sus poderes sobrenaturales, ¿acaso tienen miedo de que realmente sea Dios?, evidentemente no, esos señores ¡temen perder sus puestos!, ¡perder su popularidad!, ¡disipar su fama! Resulta que había llegado un hombrecillo humilde, sencillo, de familia pobre, que estaba haciendo más prodigios, mayor bien que estos patrones vestidos de lino fino y creedores de haberse adueñado el mismo poder de Dios.

El tipo de hoy: Caifás. Se los presento: un casi desconocido para la Palabra de Dios (en Lc. 3,2, se afirma que Juan el Bautista iniciaba su ministerio en su época), sin embargo la historia relata que el mismo procurador Valerio Grato le habría nombrado Sumo Sacerdote aproximadamente en el año 18 d.C y que se mantendría en el ambicionado puesto hasta el 36 d.C[1]. Evidentemente sería el de armas tomar, y de paso con palabras proféticas.

En nuestro Evangelio de hoy se le presenta opinando en medio de la incomodidad de los judíos al tener que convivir con Jesús, un hombre completamente extraordinario, y sin pensar sus palabras, el susodicho Sumo Sacerdote aconseja matarlo, pues según él, era preferible la muerte de un solo hombre por el pueblo a que toda la nación sea destruida. Por eso dicen en nuestra patria que la lengua es castigo del cuerpo, en medio de su odio y su envidia, anunciaba que era necesaria la muerte de Cristo para salvar a una nación entera; salvarla, redimirla, sacarla de pecado, ¡realmente su muerte sería la redención de todos nosotros!

Saquemos el jugo para nuestra vida espiritual. Estos judíos seguían juzgando a Jesús sin querer, los mataba la envidia, pero en el mismo acto de señalar, contribuían a la vez a la salvación de una humanidad entera. ¡En medio del pecado del ser humano, Dios mismo saca un manantial de Gracias espirituales! ¿Cuál es nuestra actitud?, por favor que no sea la de estos señorones, salvando su propio pellejo para el beneficio de unos pocos, sea más bien la del Maestro Jesús, que en el silencio de sus obras buenas, salvó a una humanidad entera.

Recemos: Señor se acerca tu pasión, tu muerte, tu pascua, y no me siento con una preparación espiritual suficiente, me cuesta amarte sobre todas las cosas, y aún más no juzgar a mis hermanos. Hazme un corazón noble que sepa amar, un corazón sencillo que se atreva bendecir y un corazón paciente que pueda esperar en medio de los momentos difíciles. ¡Líbranos de la peste y la pandemia! Amén.

Lectura del santo evangelio según san Juan 11, 45-57
En aquel tiempo,muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.
Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron:
«¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación».
Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo:
«Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera».
Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no solo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos.
Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos.
Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban:
«¿Qué os parece? ¿Vendrá a la fiesta?».
Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.



[1] Cf. WILTON, Nelson. Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia (Caribe: México 1998), 185.

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