LA CRUZ DEL NAZARENO - MIÉRCOLES SANTO – 8-4-2020



LA CRUZ DEL NAZARENO
San Mateo  26,14-25
MIÉRCOLES SANTO – 8-4-2020
 



¿Qué vemos en la Cruz del Nazareno? Nuestra mirada arroja tal vez un madero muy pesado, derramado sobre las débiles costillas de un hombre inocente. Quizás nuestros sentidos interpelen al pensar y pregunten: ¿Por qué aquél Jesús del madero lleva un peso para sí injusto? Pero la realidad es mucho más profunda. La Cruz es el reflejo de la salvación de una humanidad entera, de la redención de los pecados, de la disipación de las tinieblas. La traición de un amigo es su causa.

Hoy Judas es presentado de nuevo, en este caso por San Mateo. Él es el hombre traidor, avaro, codicioso, que no valoró la amistad de su buen Maestro, y aún más doloroso, aquél que en nombre de una humanidad entera, rechazó a Dios. Hace unos días leíamos a la mujer que derramaba un perfume caro sobre sus pies. ¿Por qué desperdiciar tanto dinero? afirmaba Judas, quien hoy lo vendería por unas pocas monedas. ¿Qué tenemos acá?, los que saben de esto[1], hablan de un contraste mujer del perfume vs Judas, la generosidad contra la codicia, la fe en frente de la apostasía.

Es un momento para interrogarnos ante la imagen de Jesús, El Nazareno, ¿Qué somos?, generosos con él y con nuestros amigos, fuentes de abundante fe, o reflejamos únicamente codicia y apostasía, viviendo de la amarga traición para defender el propio pellejo. ¡Cuántas veces la traición de un amigo hace que sintamos un peso insoportable en nuestra alma, seguramente similar al que se derramaba sobre la espalda del Nazareno!



Pero quisiera detenerme contigo en la contemplación breve de la imagen del tan criollo Nazareno de San Pablo.

¡Que rostro tan sereno!, una mirada que sustituye el odio, por la ternura y el amor. Es reflejo de la bondad divina, que no escatima nunca esfuerzos por amar. Un Dios que creó amando, salvó amando, y sufrió amando. Ante la traición de su amigo, bajó la mirada de la ira y elevó la mirada del perdón.

¡Y sus manos están abiertas! ¡Acarician!, y nuestras manos muchas veces se cierran para transmitir cólera. Sus manos no temen tocar la cruz, ni siquiera la abrazarían con hostilidad. Sus manos la acarician. ¡Acariciemos la cruz de nuestra vida! Los problemas no se rechazan, se asumen, y se tratan a la manera que lo hizo el Nazareno.

¿Y su purpura? Sí, con un morado intenso ha salido a las calles. ¿Qué le sucede a nuestra piel cuando le golpean? Todo su cuerpo es reflejo del dolor humano, pero su rostro es el reflejo de Dios.

Digamos al Nazareno: ¡Oh Señor Nazareno, que mi Cruz sea tu Cruz pesada, que mis manos sean tus manos dolorosas, que mi mirada sólo vea con amor como tú. Que mi rostro, Jesús amante, no sea más que el reflejo del tuyo amoroso! !Líbranos de la peste del corona virus! Amén.

P. Ricardo J. Vielma M.





[1] Cf. ULRICH, Luz. El Evangelio según San Mateo IV (Sígueme: Salamanc 2005), 117.

Comentarios

  1. Hermosa reflexión. Somos tan débiles y algunas veces hasta déspotas ante el dolor ajeno. Dios sigamos dando ésa sabiduria , fortaleza q tanto necesitamos de ti...

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  2. Amén padre su reflexión nos ayuda a crecer en la fe

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