¿QUÉ LE DOY AL MAESTRO? LUNES SANTO – 6-04-2020
¿QUÉ LE DOY AL MAESTRO?
San Juan 12,1-11
LUNES SANTO – 6-04-2020
¡Jesús visita a sus amigos!, tampoco su vida fue
únicamente caminar por las calles anunciando el reino, tuvo también tiempo para
dedicarle a quienes consideraba sus amigos más cercanos. Y hoy Lunes Santo, el evangelista San Juan nos
lo muestra.
Evidentemente el Maestro visita Betania, casa de Lázaro,
Marta y María, sus grandes compañeros de camino. Le invitaban para una cena en
su honor (no estaba demás la invitación, le agradecían seguramente por haberle
devuelto la vida terrena a Lázaro; de esto no hay duda) y Jesús, sin escatimar esfuerzo alguno,
fue a compartir un rato, a hablar un poco, a descansar. La sorpresa que se
lleva: María su amiga, sale al paso y derrama sobre sus pies un perfume de
nardo, ¡medio litro!, ¡una completa locura!, era un producto muy caro para la
época, que hasta hoy impresionaría derramarlo de esa manera. Judas por su parte
se queja del hecho, habla de haber invertido el dinero en los pobres en vez de hacer semejante locura, pero Jesús sale al paso y le recuerda: A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tienen
siempre. (Jn. 12,8).
Es bueno aclarar algo. Pudiera parecer la respuesta de
Jesús como ácida, como si se desentendiera de los pobres, pero no podemos leer
ese texto sin buscarle profundidad. Realmente la referencia que está detrás es
al libro del Deuteronomio: “no dejará de
haber pobres en medio del país (Dt. 15, 11)” y es por tanto, el recuerdo de
Cristo del mandato divino, que invita a no olvidar nunca a los pobres, pero
tampoco descuidar el sagrado culto. ¿Cómo interpretar entonces?, porque
pareciera a simple vista que tiene más importancia la acción cúltica y
litúrgica que la misma justicia y caridad. Los estudiosos del tema hablan de
fijarse en la palabra siempre (Jn.
12,8), “siempre” hay pobres, siempre hay necesidad entonces de justicia, de
luchar por quienes sufren las incoherencias del mundo, pero nunca está demás
darle a Dios el homenaje debido[1].
¿Y si unimos las dos cosas?, nuestro mejor culto
agradable a nuestro Creador es aquél que tienen sus frutos visibles en la
caridad. ¡DERRAMEMOS EL PERFUME DEL AMOR EN LOS PIES DEL MAESTRO!, OFREZCÁMOSLE EL AROMA DE UNA VIDA
LLEVA DE LAS BUENAS OBRAS, DE NUESTRA MANO AMIGA SIEMPRE ABIERTA A LOS DEMÁS, Debemos oler al buen aroma de Cristo, que no es otro
sino una mirada llena de dulzura, como la mirada de su amiga María al ofrecer
lo mucho o poco que tenía para su amigo incondicional.
Acompáñame: Señor
no huelo a ti, ni siquiera te brindo el culto suficiente, poco rezo, poco oro y menos aún, me concentro en la caridad. Transforma mi corazón en este Lunes
Santo, que al contemplarte ATADO A LA COLUMNA, contemple tu bondad y tu dulzura.
Amén.
P. Ricardo
J. Vielma M.
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