AL DIOS ESCONDIDO - Algunas reflexiones para Nochebuena 2020

 

AL DIOS ESCONDIDO

Algunas reflexiones para Nochebuena 2020

24-12-2020

 


En verdad tú eres un Dios escondido, el Dios de Israel, Salvador (Is. 45,15)

 

P. Ricardo J. Vielma M.

    ¡Oh Señor escondido!, que alumbras la miseria y la pobreza humana, para compartir tu luz misteriosa y cándida, con quienes a tu llamada abren lo más profundo del corazón. Causa, fundamento y vida, Omnipotente y Misericordioso, Creador del universo y de mi alma, Padre del rico y del pobre, Hermano del débil, a ti acudimos, Dios que se esconde y se manifiesta en el tiempo, en lo eterno.

     En la noche de la segunda década, de tu milenio segundo, de haber tocado con tu propia existencia nuestra pobre humanidad, quisiéramos haber sido un pastorcillo de Belén, justo en el momento cuando una luz más poderosa del sol, baja del cielo, para alumbrar el pesebre de cada ser humano.

     Pero allí estamos, en aquella pobre casa israelita, escondidos entre un trigal. ¿Qué observamos?, una hermosa doncella de belleza divina, junto a un hombrecillo de gesto noble y humilde cerviz. En los dos, unos ojos con el brillo distintivo de poseer un alma tocada por el Altísimo.

     Mismo brillo manifestado en la mirada de todo recién nacido que regala a su madre la primera sonrisa emitida en este mundo. Brillo de un niño al encontrar a sus padres en medio de la oscuridad. Luminosidad brotada del pobre a dar con fervor lo poco que tiene. Fulgor emitido del galeno contemplador de la salud de su paciente. Resplandor del común sentimiento emancipador, de cualquier patria en este universo, sometida bajo el pecado del poder, flamante de redención y salvación. Claridad de una mesa con velas de medio cabo, sobre la cual se ha servido esta noche solemne, un arroz con caraotas, o una hallaca con dos pedacitos de carne y de pollo, con sabor a amor eterno y donación sin más, de los padres que no quisieron faltara la alegría decembrina de la venida del Salvador. Resplandor que brota del aliento del que agoniza, y del que por primera vez llora para el sonido de esta tierra. Luz eterna que busca, persigue, encuentra y espera, a cada hombre y mujer, que pise este mundo, sediento de eternidad, sediento de amor.

     Allí estás, Dios que te escondes para no asustar. Dios que silente obras para que no nos aprovechemos de tu bondad. Dios que estás y que nunca te irás. Dios que respondes con obras, sentires, y hechos asombros al clamor humano: ¿Dónde estás Señor, que no te veo?, ¿dónde estás buen Dios, que me ahogo?, ¿dónde te encuentras, que no te percibo?

     ¡Aquí estoy!, en el pesebre, en tu pesebre, en tu corazón. Sí, te veo mi Dios, te veo débil porque eres fuerte. ¿Por qué no te habré visto antes? Pues estabas a mi puerta, tocando con tus padres, venido de una patria, no de esta, de la celestial, no para triunfar, sino para padecer, no para oprimirnos, sino para liberarnos.

¡Alegrémonos en esta Noche santa! y sintamos en lo más profundo, íntimo, débil, y mísero del corazón, allí donde los sentimientos fungen de pesebre, que Santa María se ha posado junto a San José, para dar a luz a Jesús, salvador del mundo.

¡FELIZ NAVIDAD!


Comentarios

Entradas populares